domingo, 4 de noviembre de 2012

Música másica

Con tu voz desgarras cada poro
abriéndolos de par en par, y de impar en impar,
tus manos escarban dentro de ellos
y como abriéndose camino por la veta aurífera y sudorífera,
erige un batallón de vellosidades y de pieles de corral.

Un sollozo asestado en medio de la clavícula
atrancado en medio de un suspiro, alojado entre mi voz y tu silencio.
Reproches sonoros, torturas melódicas, oprobios rítmicos,
necedades necesarias de innecesaria ingratitud
compañía furtiva de soledades soleadas, de lluviosos tumultos
entre caminos de tedio y llanuras de poesía,
recoges mi alma sórdida, maculada, desmayada
la elevas al averno, la sepultas en el paraíso
donde larvas cadenciosas me hacen su festín
donde las alimañas son deidades de sinfónica sensualidad.

Heme aquí de nuevo, sublevado de la imposición acústica,
sólo para rendirme voluntariamente a tus pies,
súbdito irremediable de la dulce condena de mis oídos.
Música, amor y odio, vida y muerte, sonido y silencio
recita de nuevo las elegías del fracaso,
declama una vez más el poema futil
que encarcela la bohemia en este cuerpo amputado.

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